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¿Regresión social?

octubre 7, 2023

La Masonería parece incómodamente ataviada en medio del fuego que parece inclinar al mundo hacia la regresión social.

¿Cuáles son los límites hasta plantear un “no” individual y/o colectivo, ante las desigualdades sociales, la inseguridad económica, el establecimiento de regímenes políticos autoritarios y el avance de los populismos radicales? ¿Está capacitada nuestra Institución para ser operativa sociopolíticamente, de manera pública, defendiendo sus valores? ¿O está estructuralmente limitada por sus estatutos, por su deber de discreción o por el perfil sociológico de sus miembros? Olivier Guilmain.

Si la Francmasonería no está capacitada y además está limitada, solo puede repetir -de hecho- el orden social existente.

A lo largo de su viaje, cada masón es alentado para que dirija su trabajo sobre él mismo, en la búsqueda de su ser profundo y auténtico. A esta tarea introspectiva, se une el compromiso de llevar fuera del templo lo aprendido dentro.

Parece ser que no hay confianza ni puentes como institución supra obediencial, para poder participar en el cambio social, promoviendo y contribuyendo al progreso de la humanidad. Hoy en día, estamos lejos de ser un referente ante la guerra social, económica, ecológica, … que se está extendiendo por todo el planeta.

Tal vez, en primer lugar, deberíamos convertirnos en ciudadanos y, además, ser capaces de escuchar y entender la voz de la calle y el murmullo de los que sufren. Después, cimentar un método de trabajo que respete la libertad de realizar o no realizar actos en el mundo profano de manera individual, como exteriorización del trabajo realizado en el Taller.

La reflexión masónica no lo es sobre una utopía inconvertible en compromiso. Sobre el terreno, nuestro entorno nos pregunta: ¿Vosotros qué hacéis?

¿Es suficiente?: conferencias, mesas redondas sobre temas cívicos, sociales o masónicos, reuniones abiertas con profanos, debates. ¿Esto es  participar activamente en la reconquista de los territorios del ser humano?

Tenemos un papel clave en el futuro de la sociedad civil. La Masonería no es actualmente el “laboratorio de ideas” donde formularse cómo realizar operativamente la defensa del bien común. Tampoco somos propagadores de una visión de futuro alejada de las noticias inmediatas, ni rehabilitamos la noción tradicional masónica del tiempo, (el que permite pensar -librepensar).

La Masonería como centro de la unión, aparece en las Constituciones de Anderson (1723); la explica como “viejos lazos”. Pero existen obstáculos y resistencias dentro de la Masonería para superar el “querer lo inevitable”: percibir el mundo social y sus jerarquías como uno mismo y percibirnos como “Masonerías” y no como “Masonería Universal”. La función social de la institución masónica, es el de transmitir los valores masónicos, y esto no puede hacerse desde el silencio más absoluto ni desde la división y confrontación de las Obediencias.

Practicamos el inmovilismo social en nuestra propia evolución personal, algo que queda reflejado en la institución a la que pertenecemos. Entonces, no importa cuán profundos y coherentes sean los preceptos masónicos (método, herramientas, símbolos, valores, etc.), aun estando dispuestos a luchar por otro mundo.

Nos encontramos en un momento particularmente revuelto, incluso caótico socialmente y de gran complejidad global. Y nosotros somos totalmente abstractos…

Utopía es ahora en nuestro microcosmos social, debemos hacer realidad la verdadera praxis.