La acción colectiva en el día Internacional de la mujer debería dirigirse los otros 364 en pos de destruir su realidad paralela en pleno siglo XXI.
Es factible establecer los puntos de contacto que han convertido “dos roles sociales” en casi incompatibles:
El Patriarcado, es decir, un sistema social centrado, identificado y dominado por los hombres, como fuente de la continua desigualdad entre mujeres y hombres.
La Misigionia moderna, cuyas raíces son el neo-liberalismo y la suposición de la victoria feminista, que nutre a un posfeminismo al que confunde con el empoderamiento y el poder de elección, que se fomentan en el contexto del consumismo, la responsabilidad personal y la auto-objetivación, lo que vuelve obsoleta la acción colectiva.
Los Micro Machismos o machismos cotidianos, hábitos, acciones y comentarios que se utilizan para reprimir a las mujeres y reafirmar el dominio del varón, convirtiendo a las mujeres en seres sobre exigidos. También consisten en auto-exclusiones del varón que, en ocasiones, ocultan su objetivo de dominio, con la imposición de las “verdades” masculinas y el forzamiento de disponibilidad de la mujer, y que son denominados micro-machismos encubiertos.
El Paternalismo y la motivación paternalista, forma en la que se expresa la creencia masculina en el “deber de proteger a las mujeres”: (Saucier DA, Stanford AJ, Miller SS, Martens AL, Miller AK, Jones TL, et al. (2016). Creencias del honor masculino: medición y correlatos. Pers. Individual. Diferir de. 94 7–15. 10.1016/j.paid.2015.12.049.
Tal vez lo más complicado sea reconocer en uno mismo motivos paternalistas; esta confusión permite proyectar la imagen de no sexistas, al mismo tiempo que refuerza la masculinidad, posibilitando la aparición del hombre caballeroso. De manera similar, enfrentar el sexismo basado en razones paternalistas puede permitir a los hombres utilizar argumentos “igualitarios” como una forma de construir una comprensión de sí mismos como progresistas, solidarios y respetuosos con las mujeres, en contraste con la mayoría de los hombres, al mismo tiempo que refuerzan los roles de género tradicionales: (Lamont E. (2015). La construcción limitada de una masculinidad igualitaria. Hombres masculinos. 18 271–292. 10.1177/1097184X14557495).
Deberíamos analizar el papel de la reflexión sobre el privilegio masculino como mediador entre la identificación feminista y la acción: algún varón ha intentado difuminar este privilegio participando en grupos que parecen simpatizar con la acción a favor de las mujeres, como aquel “Hombres por la Equidad”, alejándose del papel que realmente pueden desempeñar: convertirse en verdaderos aliados de las mujeres en la lucha contra la desigualdad de género.
¿Cómo abordar las normas culturales más pegajosas, o aquellas tan arraigadas que a menudo no reconocemos?
Frente aquella conversación global ahogada, donde la voz de la mujer había sido previamente silenciada, ha surgido #metoo, un clamor amplificado gracias a la resistencia y la acción colectiva, mientras en nuestro entorno, personas educadas y de alcance intelectual continúan negando que a la mujer “le pasa factura” el mero hecho de ser mujer.
Como Francmasones, nuestra primera tarea debería ser cambiar la comprensión de la igualdad y la desigualdad entre hombres y mujeres, no solo replicar a las jerarquías patriarcales. Aunque lo importante e imprescindible es ser activos en los cambios necesarios, si queremos construir un mundo en el que las mujeres (y los hombres) puedan llevar una vida razonablemente feliz y plena.
#Metoo y acción en nuestro entorno. ¡Vamos!