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Masones singulares: Joseph Rudyard Kipling – Mi Logia Madre

enero 27, 2022

La vida masónica de Kipling tal vez sea desconcertante y en gran parte no investigada: las fuentes de su material masónico parecen no haber sido rastreadas con profundidad.

Imagen: freemasonrymatters.co.uk

The Lodge of Hope and Perseverance, Nº 782, de Constitución inglesa en Lahore, India, buscaba un secretario. Corría el año 1885 y había un hombre joven, empleado como asistente de redacción en el periódico provincial, cuyo padre era masón, Conservador del Museo de la ciudad. Su hijo parecía eminentemente adecuado para el puesto vacante así que, con veinte años y seis meses, Rudyard Kipling se convirtió en masón y secretario de la Logia.

Esta conexión masónica influyó en su vida y sus escritos durante toda su vida.

Taller de la Logia Hope and Perseverance. Imagen: freemasonrymatters.co.uk

A los cinco años, sus padres lo llevaron a Inglaterra donde permaneció hasta terminar sus estudios y regresó a la India para convertirse en miembro de la redacción de la Gaceta Civil y Militar de Lahore.

Dice su biógrafo que estaba fascinado por cómo la Masonería superó las reglas de clase, transcendiendo castas y sectas.

Su estancia en India se terminó en 1889, cuando regresó a Inglaterra, pero se casó y fijó su residencia en Vermont, donde escribió “El libro de la jungla”, “Capitanes intrépidos” y “El hombre que pudo reinar”, entre otras. Por una pelea familiar regresó a Inglaterra en 1896. El éxito financiero, la aclamación pública y las penas personales (su hija e hijo fallecieron muy jóvenes) le marcaron hasta su muerte, en enero de 1936.

Kipling escribió: En 1885: “fui hecho masón por dispensación (por ser menos de edad). Allí conocí musulmanes, hindúes, Sikhs, miembros de Araya y Brahmo Samaj, y un Tyler judío, que fue sacerdote y carnicero de su pequeña comunidad en la ciudad. Así que otro mundo era posible; me abrió la mente a lo que necesitaba”.

La Masonería apareció en su trabajo y, a menudo, fue la fuerza impulsora detrás de sus narrativas y pensamiento.

Fue afiliado como miembro honorario en la Motherland Lodge, Nº 3861. También fue miembro de Authors Lodge, Nº 3456, y fundador de la Logia Constructores de las Ciudades Silenciosas Nº 4948. Otro Taller en el que participó fue Canongate Kilwinning Nº 2 de Edimburgo.

Mi Logia Madre

Allí estaba Rundle, el Jefe de Estación

y Beazeley, el ferroviario

y Ackman, el Comisario

y Donkin, el carcelero

y Blake, el Sargento-Conductor

por dos veces Maestro Venerable

y con él, el que la tienda europea

atendía: el viejo Framjee Eduljee.

 

Afuera, Sargento! Señor! Salude!

Salaam!

Salaam!

no’ adentro solo “Hermano”,

sin distingos.

Nos reunía el Nivel

y la Escuadra nos despedia

y en mi Logia-Madre, yo era

el Segundo Diácono, todavía!

 

Estaba Bola Nath, el Contador

y Saúl, el judío de Adén

y Din Mohammed, el dibujante

de la Oficina de Catastro,

allí estaba Babu Chukerbutty

y Amir Sing, el Sikh

y de las estrechas barracas

el católico romano Castro!

 

No teníamos buenos paramentos

y nuestra Logia era pobre y vieja

pero conocíamos los Antiguos Reglamentos

y los manteníamos exactos.

 

Y mirándola, en el pasado,

a veces, me toca de esta manera:

allí no había infieles a menos

que por nosotros fuera.

 

Durante meses, después de los Trabajos

tomábamos asiento y a fumar,

(nosotros no dábamos banquetes

por la casta de un Hermano no quebrar)

de hombre a hombre hablaban

de Religión y todo lo demás

y cada uno comparaba

de Dios su mejor saber.

 

Así, de hombre a hombre, conversaban

y ningún Hermano se movía

hasta que la mañana despertaba

a los loros y a aquél pájaro febril

y, aunque fuera muy curioso,

nos íbamos a casa a dormir,

con Mahoma, Dios y Shiva

y un piquete en la cabeza al salir.

 

A menudo, terminado un servicio de Gobierno,

presionado por este pié errante y

de acuerdo a lo ordenado,

llevé saludos fraternales a las

Logias de Oriente y Occidente,

de Singapur a Kohat,

pero deseaba ver a los Hermanos

de mi Logia-Madre, una vez más!

 

Desearía volver a verlos, a mis

Hermanos negros y morenos,

el aroma placentero del cigarro

y el encendedor pasando entre manos,

y el anciano camarero en el piso

de la despensa roncando;

como al Venerable Maestro de

mi Logia-Madre, una vez más!

 

Afuera, Sargento!, Señor! Salude!

Salaam!

Salaam!

Adentro solo “Hermano”

sin distingos.

Nos reunía el Nivel

y la Escuadra nos despedía

y en mi Logia-Madre, yo era

el Segundo Diácono todavía!

 

 

BIBLIOGRAFÍA:

 

grantslodge.org.uk