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La justicia sumaria

diciembre 9, 2022

El Tribunal de la Opinión Pública: juez, jurado y verdugo

Imagen: achiras.net.ec

Existe una nueva brecha en el alma humana: la justicia pública sumaria. El tribunal de la opinión pública es capaz de lanzar injustificadas, prematuras y discriminatorias sentencias “a pelo”.

Hoy en día, que tenemos acceso a prácticamente toda la riqueza del conocimiento humano con solo hacer clic en un botón, cuando alguien es acusado de cualquier cosa, especialmente si esa persona es conocida en la comunidad, la noticia corre como la pólvora.

Cualquiera no solo puede tener acceso a información sobre las supuestas actividades de los demás, sino que también puede reaccionar ante ellas y compartir su criterio a diestro y siniestro.

Los estudios psicológicos han demostrado que todos somos propensos al “sesgo de confirmación”, la tendencia a favorecer la información que confirma nuestras creencias o suposiciones preexistentes mientras se ignora la que no las respalda. Esto significa que es extremadamente difícil para las personas acusadas superar las percepciones negativas que los demás tienen sobre ellas.

Matices encubiertos pueden inclinar la visión sobre el “acusado”, envolviéndole en una narrativa que, sin escucharle o investigar la veracidad o el porqué de los hechos, pueden tener graves consecuencias en la vida del puesto en la palestra.

La consecuencia es el castigo al ostracismo y el escrutinio público (escarnio), que ofrece pocas esperanzas de volver al punto de partida, todo esto por darle a alguien ”su merecido”, cuando no es el sometimiento.

Pero existen personas íntegras, que tienen el valor de hacer lo correcto antes que lo más fácil.

Por otro lado, un intento de silenciar la difamación tiene el efecto contrario: es visto como maniobra para suprimir u ocultar la verdad. Es el fenómeno conocido como el Efecto Streisand.

También pueden ser juzgadas las intenciones.  Pero, ¿podemos juzgar las intenciones?

Erramos si consideramos que todos deberían ser como nosotros o pensar como nosotros, cuando hacemos suposiciones sobre otros, sin siquiera hablar con ellos, para formar una opinión y hacernos “expertos” en nuestra valoración. ¿Qué experto juicio podemos tener si no hemos llegado a saber nada del otro?

La fuerza de la Masonería se basa en la capacidad de sus miembros para discernir, singularizar de manera positiva y actuar en conciencia. Esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero los masones somos Hermanos antes que abogados.

¡Qué fácil es encasillar a las personas!: