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La imparcialidad

julio 24, 2024

Venganza, ¡no, por favor: justicia! El juego limpio frente a las represalias arbitrarias.

Imagen: www.yorokobu

En torno al tema de la venganza, la Biblia dio un giro radical cuando el “ojo por ojo, diente por diente” del Antiguo Testamento, fue reemplazado por “poner la otra mejilla” en el Nuevo Testamento.

Para que una institución funcione relativamente bien, el juego limpio ha de sostener la convivencia. Ningún castigo injusto y/o represalia restablece la justicia o la equidad; mucho menos cuando la represalia se justifica como consecuencia derivada de los actos no aprobados por terceros en posición de hostigar, reprender o tomar medidas contra aquellos que no sirven a sus fines.

El psicólogo Ian McKee estudió el motivo por el que algunas personas buscan venganza en lugar de simplemente aceptar una disconformidad. En mayo de 2008, publicó en el Social Justice Research (Vol. 138, No. 2), un artículo vinculando la tendencia a la venganza con dos actitudes sociales: autoritarismo y dominio social, con los valores motivacionales que subyacen en esas actitudes. “Las personas vengativas tienden a ser aquellas motivadas por el poder, la autoridad y el deseo de estatus”, afirmaba.

La venganza y/o represalia no es justicia

Ernst Fehr y Simon Gächter ratificaron en un estudio que algunas personas buscan la venganza bajo una hipótesis evolutiva: castigar, en un contexto denominado “castigo altruista”, es una forma de mantener las instituciones funcionando evitando resistencias a sus propósitos. Apostilla Carlsmith que están dispuestos a sacrificar su bienestar para castigar a alguien, aunque sepan que hace lo correcto. Para lograr que la gente acepte la aplicación a un tercero de un castigo altruista, hay que engañarles.

La conmiseración separada de la Justicia, se vuelve despiadada. Es una paradoja importante. La indulgencia florece sólo cuando crece en los recovecos de la roca de la Justicia: trasplantada a las marismas de la mera compasión a las desgracias de quien no acata las normas, se convierte en un devorador de personas, peligroso porque se disfraza para esconder la arbitrariedad.