Para los masones y masonas de todo el mundo, el Solsticio de Verano es la fiesta grande, junto con el de Invierno. Es el día en que el sol, fuente de toda vida en la Tierra, llega a lo más alto, lo llena todo de luz y “vence a la noche”: hoy, 21 de junio, es el día más largo del año y la noche más corta.

Pero esta vez al sol le ha costado trabajo esa victoria. Llevamos todos casi año y medio peleando contra una sombra que aún no ha sido completamente vencida: la pandemia de la covid19. Esta calamidad ha cambiado nuestras vidas, ha alterado nuestras relaciones humanas, a la mayoría nos ha hecho más pobres y, esto sobre todo, nos ha hecho ver lo frágiles que somos: todo lo que nos rodea es un complicadísimo artilugio de aparatos, conexiones, comodidades y dependencias extraordinariamente endebles que pueden desaparecer casi con un soplido, con una enfermedad de carácter casi medieval, un pequeño virus al que nada ni nadie ha sabido detener… hasta que el prodigioso ingenio humano, en un tiempo récord, ha aprendido a combatirlo con las vacunas.

Pero 178 millones de personas han caído enfermas. Y 3,9 millones han muerto. Es la peor catástrofe que ha vivido la humanidad desde el sida, que acabó con la vida de 39 millones de seres humanos. Y antes, desde la segunda guerra mundial. Pero esta ha sido mucho más rápida y eso ha llenado de miedo a todo el planeta…

Si se fijan en esa imagen que hemos puesto en nuestra felicitación (un amanecer sobre el mar), verán que hay una frase escrita: “Que el sol brille siempre en este Templo”. Esa frase pertenece al ritual con que los masones celebramos este día. Cuando suenan esas palabras, el lugar en que estamos (por lo general es nuestra Logia) se ilumina completamente y suena una música llena de esperanza. Pero en la imagen que ven ustedes, ¿qué templo es ese? Parece que no lo hay: lo que vemos es el mar, el espacio inabarcable del mar.

Ese es, en este Solsticio en que celebramos el triunfo de la vida, el Templo que queremos los masones y masonas de Arte Real: todo el mundo. Que la luz del sol, del conocimiento, de la salud, de la justicia, de la libertad, de la igualdad y sobre todo de la Fraternidad nos envuelva, nos dé calor, nos devuelva la vida y la esperanza a TODOS. Sean quienes sean. Estén donde estén. Masones o no masones, eso hoy da igual. Porque, como dijo una vez el presidente Kennedy, “todos vivimos en este pequeño planeta. Todos respiramos el mismo aire, todos amamos el futuro de nuestros hijos y todos somos mortales”.

Eso es lo que nos ha enseñado la pandemia que, a pesar de los últimos coletazos, ya se bate en retirada. Ese es el gran mensaje del día de hoy, 21 de junio, solsticio de verano en el hemisferio norte del “pequeño punto azul” en que vivimos, como dijo Carl Sagan. Con el virus, la naturaleza nos dijo: “cuidado”. Ojalá lo hayamos aprendido. Ojalá este sea el último solsticio en el que todavía tengamos miedo a lo que más importa ahora mismo: volver a abrazarnos, volver a sentirnos próximos unos a otros, volver a formar, en círculo, nuestra antiquísima y maravillosa Cadena de Unión, que es momento más hermoso de toda reunión de masones.

De nosotros depende. En Arte Real, voluntad no nos falta… ¡Feliz Solsticio a todos!