Hermes Trismegisto y su hijo Tat dialogan. Tat comienza pidiéndole a su padre que le revele la enseñanza sobre el renacimiento, porque está “listo para convertirse en un extraño para el mundo”.
El diálogo continúa con Hermes enseñándole que sólo a través del dominio de uno mismo y la trascendencia de los sentidos, se puede descubrir el intelecto Divino, o Nous.
El conocimiento -las ideas, la sabiduría y la cultura en general- son materias elásticas e irrompibles. Son una materia extraña. Al igual que la energía (tal vez de eso se trate), las ideas no surgen de la nada y nunca se destruyen por completo, sino que simplemente se transforman.
Acaso detrás de una simple fecha, como la del equinoccio de primavera -que marca el regreso de la Luz- se esconda un viaje particular, una filosofía, una historia: un camino hacia la sabiduría.
Quizás la Sabiduría sea llegar a conocer el Arte de la Vida. Esto es lo que intenta la Masonería: guiarnos en el camino del arte que nos revela nuestra propia historia.
Entonces los masones ¿somos los creadores del guion de nuestra propia existencia?
Nosotros somos la obra de arte, es decir, la expresión consciente, la encarnación consciente de la esencia misma de la vida.
Sabiduría – Luz – Verdad, … El regreso de la luz en el equinoccio de primavera representa el proceso de crecimiento de la autoconciencia del alma hacia la conciencia espiritual.
En el período de luz creciente podríamos tener el objetivo de ir completamente hacia las profundidades, experimentar plenamente aquello que representa la luz del sol: la luz del ego oculta en nuestras criptas secretas.