Nuestro cerebro está encerrado en la oscuridad total. Y, sin embargo, el mundo que construye está lleno de luz.
Desborda color y movimiento. Entonces, ¿cómo sin que entre en él ni un rayo de sol, construye para nosotros un universo lleno de luz?
Nuestros ojos “escanean” aquello que nos rodea, pero nuestro sistema óptico “selecciona” lo que vemos y lo interpretamos en base a experiencias previas.
Sin querer, la mente nos va narrando una historia que construye para nosotros… Nace nuestro pequeño yo o nacemos como sujetos desde la oscuridad. Consumimos las piezas capturadas en la cámara oscura de nuestra mente, con la que se acaba identificando el yo que la habita.
Si nos preguntamos de dónde viene la luz, del sol, es la respuesta más evidente. Sin embargo, cuando el sol se pone ¿de dónde viene la luz?
De la luna, y ¿cuando no hay luna?
Del fuego, y ¿cuándo el fuego se apaga?
De la voz viene la luz, porque si una persona llama a otra en la oscuridad, esta se dirige al sitio de donde viene su sonido. Y ¿cuándo la voz se calla?
La luz viene de la mente, porque en plena oscuridad y en silencio podemos ver nuestro mundo de imágenes interiores; allí es donde los francmasones construimos nuestro templo.
El solsticio de verano supone el grado más alto en el camino vertical de ascenso hacia la puerta situada en la sumidad del cosmos (la puerta de los hombres), y que equivale a la “clave de bóveda” en el simbolismo constructivo.
Somos piedras vivientes y tenemos diferentes habilidades y contribuciones que ofrecer. Todos tenemos la responsabilidad de realizar las tareas que la vida ha puesto en nuestras manos.
En nuestro corazón debería palpitar el deber de seguir sirviendo. El primero, tal vez sea deshacer conflictos. Vivimos en tiempos turbulentos y divisivos. Pero todavía podemos seguir tratándonos como prójimos, con fraternidad.
Afortunadamente, estamos rodeados de hombres y mujeres hacen el bien a todos, no solo a la gente que les gusta. No solo a aquellos que comparten opiniones afines. No solo a aquellos que se les parecen.
Necesitamos de aquellos capaces de reconciliar, para alcanzar los principios del Humanismo, para operar un cambio real y no una mutación de condiciones.
¡Seamos luz!