La palabra tiene el poder de dar forma a nuestro universo interior y exterior.
En algún momento del camino del transcurrir la historia, se perdió la enseñanza sobre la fuerza enigmática de las palabras. Podríamos pensar que el conocimiento de las palabras, del habla y del sonido es quizás el secreto mejor guardado de todos los misterios antiguos.
Pero, ¿Qué importancia tiene la palabra para la Francmasonería?
Albert Pike, en su libro en “Morals and Dogma” indica: “La PALABRA conduce y controla el Universo, todas las esferas, todos los mundos, todas las acciones de la humanidad y de cada criatura animada e inanimada”.
Parece entonces, que relaciona LA PALABRA con LA ACCIÓN.
El Poder de la palabra de la Masonería como Institución tiene que ver con que la Masonería adapta la acción a la palabra.
Convicciones Correctas + Intenciones Correctas, deben ser inmediatamente seguidas por Acciones Correctas.
Si nos centramos en el poder de la palabra en nuestra Institución, sus convicciones, intenciones y su acción, más allá del inventario de formas y medios, su elemento esencial, debería encontrarse en el significado otorgado a su identidad y a su propósito.
Se mantiene un propósito común con una solidaridad positiva gracias principalmente al rito, que es memoria.
Este regreso a un pasado común, que parece encontrarse en cada acto y gesto del ayer, se consolida mientras recorre un arco en dirección al crisol de la Masonería; la palabra conduce al entendimiento mutuo, la iluminación y la motivación, una convergencia que constituye la base del poder que da a la palabra nuestra Institución.
Nuestra Logia, Arte Real, no mira solo al pasado, deseamos ser una plataforma o un puente para el futuro. A nuestro patrimonio masónico hay que darle un alma, para ser una realidad atractiva, no solo un motor: sin nuestra palabra, la cohesión y solidaridad del francmasón no tendría la fuerza suficiente.
El poder de nuestra palabra nace menos de la extensión de nuestro discurso o de su elocuencia y más de lo que significa para nuestra organización, una Institución que nos socializa, ilustra y solidariza en los valores que nos unen.
La confianza y la motivación humanas multiplican por diez cualquier recurso. De hecho, nuestra palabra es fuerte porque se basa en un sentido de identidad que defiende una ética y humanismo reconocidos durante siglos.
Estos aspectos intangibles crean significado y federan energías para dar a la palabra de la Masonería y de cada francmasón una solidez adamantina.
Al preferir la fragmentación, la época moderna crea una sociedad egoísta. Nosotros trabajamos por lo audaz, con apetito por lo utópico, para conseguir una sociedad armoniosa.
Nos apoyamos en una comunidad de valores, con un significado y propósito agregados. Y de ahí fluye la energía: es producto del poder de la palabra hecha vida por cientos de masones que nos han precedido y por todos los que nos seguirán.
Nuestra palabra debería cultivar el impulso de este espíritu, esa parte de un sueño que, a pesar de cualquier consideración de fortalezas relativas, vive en el corazón de cada masón y constituye su pan de cada día.
La Logia Arte Real cree en la Masonería del S XXI y fomenta un “propósito común” para lograr algo más allá de las cualidades de su Verbum: converger diversidades, crear un propósito claro para contribuir a la armonía internacional, de cada uno de nuestros países, pueblos y familias.
El “por qué”, en lugar de gesticulación y un inventario de fortalezas, el “qué”, son el pegamento que no se derrite en el calor de la acción.
“Aquí la Masonería se detiene y deja a sus iniciados para llevar a cabo y desarrollar estas grandes Verdades de tal manera que cada uno pueda parecer más acorde con la razón, la filosofía, la verdad y su fe religiosa”. – Albert Pike