Dicen que el tiempo es uno, pero en nuestra mente tenemos almacenadas varias dimensiones.
Nuestra historia personal está en el pasado, nuestras preocupaciones y deseos en el presente y preservamos el futuro en un contenedor virginal que llenamos con esperanza y proyectos.
Pero el tiempo masónico es otro, tal vez sea el de la dimensión del cambio, no solo un momento: transcurre desde el mediodía hasta medianoche. No podría haber conciencia de este tiempo sin conciencia de nuestra transformación.
Entonces el tiempo no son sólo momentos, sino el viaje en busca de la unidad de Cuerpo, Alma y Espíritu, en el que los francmasones portamos las plomadas del Amor Fraternal, del Alivio y de la Verdad.