En el altruista, tanto corazón como mente se involucran para intentar hacer del mundo un lugar mejor.
Si bien la empatía y la compasión por el sufrimiento de otras personas es un requisito previo para el altruismo, si la acción altruista no se lleva a cabo de manera efectiva y con propósito, hace poco más que aplacar conciencias …
Esta es la “regla de oro”: trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti. Pero si recordamos la tragedia de “Antígona”, nos encontramos con el terreno agonístico de la experiencia humana: asistimos a la interminable confrontación del hombre y la mujer, la vejez y la juventud, la sociedad y el individuo, los vivos y los muertos, los humanos y los dioses. El reconocimiento entre “seres” está al precio de un difícil aprendizaje adquirido en el transcurso de un largo viaje por persistentes conflictos, cuya universalidad es inseparable y muchas veces insuperable” (Ricoeur, 1992).
En 1909, el psicólogo Edward Titchener tradujo del alemán al inglés la palabra Einfühlung -sentir hacia- como “empatía”. En aquel momento, la empatía se estudiaba en el contexto de la evaluación estética, pero Titchener declaró que también nos ayuda a reconocernos unos a otros como seres con mente.
Hoy en día, puede definirse como la capacidad de una persona para reconocer y compartir las emociones de otra persona, ver la situación de otra persona desde su perspectiva y compartir sus emociones, incluida, si la hay, su angustia.
No podemos empatizar con un sentimiento abstracto o desprendido, sino solo con una persona en particular. A menudo se confunde con la lástima, la simpatía y la compasión, que son todas reacciones a las dificultades de los demás.
El altruismo se refiere a un estado motivacional en el que el objetivo es aumentar el bienestar del otro como un fin en sí mismo. Afecta a nuestro comportamiento porque conduce a una acción que, generalmente se realiza con la intención consciente de ayudar a otra persona y a menudo, conduce a un sentido de comunidad o pertenencia (como una forma de retribuir a la sociedad).
La empatía conduce a la comprensión y, aunque suele realizarse sin un pensamiento consciente, te “conecta” con otro ser humano. Es una forma de comprender y apreciar las experiencias de los demás, con mayor comprensión y apreciación de la diversidad.
En general, la hipótesis de la empatía-altruismo ha generado una gran cantidad de investigación que responde preguntas importantes sobre por qué las personas ayudan y no ayudan.
La confianza en los demás, la igualdad, la reciprocidad, la empatía y la colaboración (altruismo) forman parte de la naturaleza de la Francmasonería. ¡O, al menos, lo intentamos!