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ARTE REAL comparte todas las señas de identidad de la Masonería liberal e igualitaria: la defensa de la libertad, la búsqueda de la igualdad, la construcción de la fraternidad entre todos los seres humanos, empezando por nosotros; la práctica constante de la tolerancia y del respeto entre todos; la vigilancia y la perseverancia en la defensa universal de la justicia y de los derechos humanos; el ejercicio del pensamiento libre y el rechazo de dogmas, imposiciones, consignas y respuestas prefabricadas; la salvaguardia y la propagación del laicismo entendido no como un rechazo a las religiones o creencias, sino como la salvaguardia de un espacio común de convivencia civil y común a todos en el que puedan encontrarse con dignidad e igualdad, en plena libertad de conciencia, tanto los creyentes como quienes no lo son.

¿Tenemos ideas políticas o creencias religiosas?
Claro que sí, cada cual tiene las suyas, pero cuando nos reunimos en nuestra Logia no discutimos de ese: nos dedicamos todos a trabajar en lo que nos une, en lo que nos es común a todos: el perfeccionamiento intelectual y moral de cada uno de nosotros y el progreso de la sociedad, como establecen los principios esenciales de la Masonería.

Unos principios tantas veces repetidos que pocas veces se cumplen. Unos principios que suenan a utopía. Pero es que nosotros creemos en la utopía. Como dice Eduardo Galeano:

“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se va diez pasos más allá.

Entonces ¿para qué sirve la utopía?

Para eso sirve, para caminar”.

La forma de ser de ARTE REAL

Desde su fundación, nuestra Logia mostró un claro interés por el pensamiento y por el estudio. Entre nosotros hay hombres y mujeres con todos los tipos y niveles de formación intelectual, académica y profesional, pero todos nos dedicamos a profundizar en las ideas, a buscar nuestra excelencia y a mejorar nuestros conocimientos, tanto en cantidad como en calidad.

No nos conformamos con cubrir el expediente. Arte Real no es una Logia intelectual, pero sí una Logia que se esfuerza en el pensamiento libre.

También desde sus primeros tiempos, Arte Real ha hecho lo posible para difundir en la sociedad cuál es la realidad de la Masonería, lejos de leyendas, infundios, calumnias y tópicos tan viejos y polvorientos como falsos. No estamos escondidos en una cueva.

Hemos hecho numerosos cursos, foros, conferencias y tenidas abiertas a los no masones (y vamos a seguir haciendo todo eso) para que los ciudadanos estén  correctamente informados de qué somos, desde luego de qué no somos… y pueda crearse su opinión.

Ya sabemos que nunca vamos a convencer a los fanáticos, que se creen en posesión de la verdad. Pero también sabemos que la mayoría de los ciudadanos prefiere pensar por su cuenta. A estos nos dirigimos.

Quizá sea esa nuestra característica más llamativa. Somos una Logia cordial y alegre, tanto entre nosotros como con los demás. Buscamos, además de la eficacia, la concordia y la armonía. Cultivamos el afecto.

Quienes nos visitan se encuentran muy a gusto entre nosotros. Y la fraternidad incluye también una actividad clara y eficaz para ayudar a quienes lo necesitan. Una frase que suele oír quien es admitido en Arte Real:
Nunca más estarás solo.

En Arte Real nos esforzamos por practicar nuestro rito (el Escocés Antiguo y Aceptado) con la máxima precisión, porque sabemos que es una herramienta enormemente útil para nuestro espíritu si se hace bien. Cuidamos con esmero la plasticidad y la belleza en nuestras Tenidas.

Arte Real tiene, por ejemplo, una ya larga tradición de excelencia en la música para las ceremonias masónicas, tradición que se renueva curso tras curso y que muchas Logias más han ido compartiendo.

En Arte Real se reúnen hombres y mujeres de muy distintas edades, procedencias, formación, opinión política, trabajo, creencias religiosas (o ausencia de creencias) y toda clase de características personales.

No hay bandos aquí. Entre nosotros lo único que cuenta es lo que nos une a todos: el afán activo por ser no ya mejores de lo que somos, sino las mejores personas que podamos ser; y eso significa, además del trabajo con uno mismo, ocuparse de los demás. Así entendemos la utilidad de la Masonería.

Un ejemplo: nuestra condición es laica y adogmática, a nadie se le exige creer o no creer en lo que sea. Pero uno de los elementos siempre presentes en la Logia es la Biblia, que entendemos como símbolo de una antiquísima tradición iniciática; y trabajamos, según la fórmula tradicional, “a la gloria del Gran Arquitecto del Universo”, símbolo que cada cual puede interpretar como quiera.

Además, para acudir a la Logia, tan dignos nos parecen los pantalones vaqueros y la camisa sencilla de quien acaba de salir de un trabajo en el que quizá lleva todo el día,como el ortodoxo y tradicional traje y corbata negros.

Porque la “ropa de trabajo masónica” nos iguala a todos. Nos esforzamos, pues, en ser dinámicos y sobre todo respetuosos con las ideas o creencias de los demás. Como masones que somos, no nos creemos en posesión de ninguna verdad absoluta. Sabemos que hay muchísimas iniciativas, grupos y organizaciones de todo género que, como nosotros, buscan la mejora de uno mismo y la ayuda a los demás. Pero también sabemos que esta vía, la Masonería, es la que mejor se adapta a nuestra forma de pensar y ser.

Por su tradición, por sus sólidas raíces, por su vitalidad y su resiliencia en tiempos difíciles, y por la vigencia, cada vez mayor, de sus principios y de sus objetivos.

Por eso la hemos elegido nosotros.

Por eso trabajamos en ella.

Porque sabemos que funciona.